jueves, 17 de julio de 2014

San Roman

No compartiré la vida del mártir San Román del que se escribe fue tentado por el demonio en el Monte Jura y que murió en el año 460. Más bien hablaré de una mujer que no tiene nada que ver con la santidad, pero sí con la sustentabilidad. A ella muchos la llaman San Román porque ese es su primer apellido.

De madre con ascendencia alemana y de padre con ascendencia mexicana, Lorena Victoria San Román Johannings nació en Costa Rica y es una mujer inspiradora que tiene una multitud de amigos, -incluyéndome-, en todo el mundo.

Lorena es una líder nata, dueña de sí misma. En su juventud tuvo una experiencia reveladora en la Ciudad de México a la que su padre –un académico prominente- la envió a estudiar. Dicha experiencia fue crucial en su vida porque vivió la problemática de 1968 como universitaria extranjera.

La presencia de doña Lorena impone por su altura y complexión que contrastan con sus delicadas facciones y dulces ojos pardos. Fue miembro del Consejo de la Tierra cuando iniciaba la construcción conceptual del desarrollo sustentable. Como speaker internacional en materia de sustentabilidad, particularmente con el tema de Agenda 21, destaca por su manera de comunicar porque logra conjugar la emoción con los conocimientos. En su voz se percibe el coraje de saber que la pobreza extrema ha ido en aumento a pesar de los compromisos mundiales de los países miembros de la ONU.

Esta mujer indómita trabajó en el contexto de América Latina y el Caribe por muchos años como funcionaria del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La conocí en 2005 y desde entonces es consejera de la fundación Mundo Sustentable A.C.

Invitada por la fundación o por la CANACINTRA ha ofrecido conferencias inolvidables en ciudades como México, Cuernavaca, Hermosillo, Puebla, Apizaco, Tlaxcala, Los Cabos, Villahermosa, Torreón, Monterrey, Saltillo, Tijuana, Cozumel, Irapuato, León, Querétaro, y hasta en mi querido Bustamante Nuevo León.

Aunque ha enviudado en dos ocasiones y casado en otras dos más, es una mujer que cree en el amor de pareja. Cuenta con dos hijas y con nietos a los que disfruta en su casa de la montaña, allá donde las personas te saludan con la frase ¡pura vida! Para no perder su contacto con lo propio de nuestro país, en su casa cuenta con una cantina estilo mexicano.

Siempre se ha reído de las desventuras y sobre ella misma dice que es una mujer reconstruida porque ha sufrido a lo largo de su vida muchas intervenciones quirúrgicas. Recientemente fue candidata a la vicepresidencia de su país y en la actualidad es Rectora de la Universidad para la Cooperación Internacional (UCI) en México con sede en Bacalar, Quintana Roo.

Hace unas semanas, seguramente en el trayecto hacia un sitio para cumplir con algún compromiso contraído en el sur sureste de México, sufrió un accidente automovilístico que puso su vida en una situación crítica y que la mantiene postrada en un nosocomio de la ciudad de Mérida, Yucatán. Pronto la llevarán a Costa Rica (al momento de publicar está colaboración ella ya se encuentra en Costa Rica continuando su recuperación), en donde la esperan nuevas operaciones. Su enorme pasión por las causas ambientales y sociales será aliciente para mantener su entereza y la esperanza de un pronto retorno a las causas públicas.

Cuando mi amigo panameño Julio Calderón me enteró telefónicamente de lo ocurrido me dolió enormemente porque Lorena es como de mi familia. Ahora estoy tranquilo porque sé que como guerrera que es, vencerá esta nueva batalla para recuperar su salud.

Lorena San Román es insustituible para los que la queremos. La recuerdo siempre riéndose a carcajadas con desparpajo, cautivando a alguien, o muy circunspecta echando mano de su olfato indígena, -como dice ella-, a la hora de tomar decisiones importantes. La humanidad necesita de personas como ella.


Carlos Gómez F.

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