Don Desiderio Hdez. Xochitiotzin |
“Pulque y chito, seguro muchachito." Frase popular que me
compartió el extinto cronista de Tlaxcala, Desiderio H. Xochitiotzin y que
refiere las cualidades afrodisíacas del pulque.
Los magueyales fueron parte de la
belleza escénica del altiplano que recorrieron una y otra vez ejércitos de las
diferentes facciones en la guerra de independencia y en la revolución mexicana.
Pero en el campo mexicano, los magueyales ya no embellecen el paisaje.
A partir del Siglo XX decayó el
consumo de pulque por el surgimiento de la industria cervecera lo que hizo que
el maguey pulquero fuera desapareciendo de los ecosistemas pues es una planta
que aunque pudiera pensarse que sobrevive sin necesidad de cuidados, es de
trato especial, además de la desforestación que sufrió para sembrar en su
lugar, cebada. Existe una hipótesis de que esta planta que le ha dado identidad
al altiplano de México proviene de la región de Aridoamérica y que una de las
tribus migracionales la adoptó y la plantó como señal de sedentarismo.
La otrora productiva actividad
económica de la explotación del maguey llegó a generar una de los ingresos más
sobresalientes por concepto de impuestos tanto en el Virreinato como en el México
independiente. A finales del Siglo XIX había productores de pulque que enviaban
a la ciudad de México un millón cuatrocientos mil litros de pulque al mes, que
se ofrecían en las pulquerías que entonces abundaban.
Sobre el origen del maguey hay un mito
prehispánico de carácter sagrado en torno a una mujer bella de nombre Mayahuel que tuvo amoríos con el dios Quetzalcóatl. Al percatarse de la
situación la abuela de la mujer la descuartiza, y Quetzalcóatl desconsolado
hace que de cada uno de los trozos del cuerpo inerte de Mayahuel surja un maguey. Los magueyes que nacen desde la muerte de
Mayahuel luego se propagaron, de
acuerdo al mito.
“Seiscientos años antes de que
llegaran los españoles aquí ya se destilaba mezcal”, expresó Mariano González
Zarur, gobernador de Tlaxcala, en la presentación del libro “El maguey y el
pulque en la región central de México” realizada el martes pasado. Lo cierto es
que el descubrimiento del pulque tiene sus orígenes en Cholula II, como se puede observar en su mural de los bebedores de
pulque, contemporáneo a Teotihuacán II (200-350 d.C).
De las heredades del maguey que aún
existen destacan los metlepantles que
son terrazas bordeadas de magueyes que tienen la función de detener la erosión
de la tierra y retener el agua de lluvias representando una técnica agrícola
con antigüedad de tres mil doscientos años y que aún se pueden encontrar en
“labores” tlaxcaltecas.
Ahora el maguey retorna con fuerza
a su sitial de honor por la gran importancia biocultural que reviste. Hay
investigaciones que ponen en claro sus propiedades alimenticias y medicinales
(nutrasépticas), amén de su papel indiscutible en la cultura popular.
Del maguey se utiliza el cien por
ciento: el quiote, las pencas y hasta las púas de las pencas y el mezontete. En
tiempos prehispánicos se empleaba el maguey no sólo como alimento, también para
suplir el agua cuando escaseaba o para preparar enemas curativas para aliviar
padecimientos gástricos; para techar viviendas, para hacer vestimentas y
calzado. Ahora está de moda que en los “antros” de Tlaxcala, Puebla, Querétaro
e Hidalgo los jóvenes consuman en lata, pulque curado con saborizantes.
Ahora hay interés de gobiernos
estatales del centro del país en promover empresas agroindustriales con perfil
social enfocadas en el aprovechamiento sustentable del maguey. La UNAM está
produciendo un millón y medio de magueyes in
vitro que serán entregados a campesinos tlaxcaltecas para producción y
comercialización. Con esto los tlachiqueros, (raspadores del maguey), y los
productores de pulque establecerán un clúster en donde todos los involucrados
podrán salir ganando.
Carlos Gómez
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