Una montaña desde distintos ángulos
puede parecer diferente aunque sea la misma. Por su belleza puede tener un
valor escénico, puede tener valor por el material mineral que contiene; o si
está forestada, puede tener valor por los servicios ambientales que
proporciona, (el mayor de los valores).
En el caso del agua, cuando es
potable tiene un valor superior porque su consumo implica un derecho humano.
Sin embargo el agua se puede encarecer de acuerdo al destino que se le trace y
a los intereses de quienes la administren. Siempre existirá un dilema de
carácter ético entre el costo social contra el beneficio privado del uso del
agua. Por ejemplo, las refresqueras y la industria de la cerveza buscan la
concesión de manantiales para explotarlos privadamente, agua que se deja de
emplear para fines agrícolas con propiciando el desempleo rural.
En algunas ciudades mexicanas hay
ríos y arroyos canalizados bajo el pavimento que luego surgen cuando la lluvia
es incesante. Esta agua de ríos y arroyos muy podría ser potabilizada para
consumo humano. El agua de lluvia podría ser recuperada en las ciudades. Pero
nada de esto ocurre: nos despreocupamos de lo más valioso.
Lo ideal sería que los grupos de
interés (sociedad civil, gobierno, sector privado) confluyeran bajo una ética
discursiva que les permitiera introvivenciarse a través del diálogo para cuidar
el patrimonio hídrico de todos y hacer un compromiso por ello.
Este nivel de diálogo no ocurrió
con el proyecto Monterrey VI que fue adjudicado en un concurso a proveedores el
pasado 8 de septiembre sin una consulta pública, y sin la intervención del
congreso estatal.
A decir verdad las circunstancias
que han rodeado el faraónico proyecto Monterrey VI y su acueducto de 350
kilómetros, han generado dudas. No fueron
convocados para opinar terceros perjudicados. Tampoco fueron hechas consultas
públicas para la aprobación de dicho acueducto.
Inicialmente Monterrey VI se planeó
para dotar de agua a las futuros asentamientos humanos al norte del área
metropolitana de una ciudad que cumplió 418 años de fundada el 20 de septiembre
y cuyos fundadores procedieron de Santiago del Saltillo.
Hoy día hay expertos nacionales e
internacionales que aseguran que no se requiere traer agua desde la cuenca del
Río Pánuco en el tramo que pasa por tierras potosinas ya que se tiene asegurado
el abasto local de agua por años y porque hay maneras sustentables de lograrlo
localmente.
¿Cuál será la suma de los costos de
este megaproyecto anunciado en diciembre de 2012? Por una parte el costo multimillonario (incluyendo
IVA e intereses) de la construcción de un acueducto de 350 kilómetros entre la
cuenca hidrológica ya mencionada en San Luis Potosí, y la Presa Cerro Prieto
localizada en Linares Nuevo León, acueducto que conducirá el agua que se
bombeará desde el sur–sureste hacia el noreste mexicano en una trayectoria
ascendente que implicará el empleo de mucha energía (otro alto costo); los
posibles daños en la economía local de la la población residente alrededor de
la fuente de agua, y de quienes habitan las tierras de San Luis Potosí,
Veracruz, Tamaulipas y Nuevo León por las que pasará el acueducto; el costo de
la seguridad para que nadie sabotee dicho acueducto; el costo de potabilizar el
agua proveniente del Pánuco que es de las más contaminadas pues contiene
metales pesados, más el costo moral de saber que el proyecto se emprendió a
pesar de ser inviable ambiental, económica y socialmente.
Carlos Gómez Flores